domingo, 9 de junio de 2013

APLICANDO: En el Area de Historia, Geografìa y Economìa. Prof. Ruth Zans Portillo

LECTURA DE ESTUDIO PARA CONSEGUIR UN CONOCIMIENTO MÀS CIENTÌFICO DESDE LAS AULAS VIRTUALES PARA 2º SECUNDARIA

Haciendo uso de la lectura informativa para activar la memoria con la técnica del subrayado y anote haciendo esquemas resúmenes con atención y concentración.


El Renacimiento y el Humanismo

Introducción

La edad media no acabó de forma repentina para los siglos XIV y XV; una de las más significativas rupturas con la tradición medieval se encuentra en el campo de la historia, con las obras de Leonardo Bruno, Nicolás Maquiavelo, Francesco Guicciardini y Jean Bodin (Bodino); que la convirtieron más en una rama de la literatura que de la teología, al estudiarse el pasado humano desde un punto de vista secular.

Una nueva visión de la Historia y el Humanismo

Trataron de explicarse los acontecimientos de su tiempo con una actitud crítica hacia las antiguas fuentes históricas medievales cristianas, que los habían enmarcado dentro de un conjunto de etapas marcadas por el discurso religioso judeocristiano, que rigurosamente se iniciaba con la creación bíblica del mundo, seguida por el surgimiento de Jesús de Nazaret y el desarrollo de la Iglesia Católica, para terminar con el fin del mundo y de la humanidad, anunciado en el Juicio Final marcado en la Biblia.

La nueva visión de la historia que se ofrecía entonces, constaba de tres partes: se iniciaba con la antigüedad, exaltándose el mundo pagano griego y romano, considerado como una época clásica; se continuaba con la edad media, considerada como una etapa ignorante y bárbara que, una vez superada, daba lugar a una edad de oro, o de renacimiento; mientras que la época que acababa de iniciarse se proclamaba como el momento de la luz y de regreso al clasicismo de la antigüedad, donde el modelo a seguir, en toda la actividad cultural, era la preocupación por el ser humano, motivo por el cual muchos pensadores renacentistas recibieron el nombre de humanistas.

Así, se desarrolló un gran interés por la antigüedad grecolatina, con una intensa y fructífera búsqueda de manuscritos clásicos, que condujo al redescubrimiento de obras como los Diálogos de Platón, la obra histórica de Heródoto y Tucídides, además de existir un renovado interés por las obras de los poetas y dramaturgos griegos, que se estimaron por sus propios valores y no como elementos para embellecer y justificar la civilización cristiana, como había sucedido anteriormente. El renovado interés por el estudio de la literatura, historia y filosofía de la antigüedad grecolatina, si bien a veces condujo a una imitación de los clásicos, tenía por objetivo crear ciudadanos libres y civilizados, con gusto y juicio, más que sacerdotes y monjes disciplinados en una corriente de pensamiento religioso. Esto se vio fortalecido por el estudio de la lengua griega, enseñada en Florencia, Ferrara y Milán en los siglos XV y XVI, gracias a la emigración de pensadores bizantinos, tras la conquista de Bizancio por los turcos, en 1453.

Estos estudios fueron fomentados y apoyados económicamente por grandes familias de mercaderes, banqueros y nuevos políticos, mercenarios o condotieri, que se habían hecho a partir de su propio esfuerzo en las ciudades-estado de la Península Italiana, los cuales serían las líderes en el nuevo desarrollo socioeconómico europeo, como los Medici en Florencia, los Este en Ferrara, los Sforza en Milán, los Gonzaga en Mantua, los duques de Urbino, los dogos en Venecia y el papado en Roma. La perfección del cuerpo humano mediante el entrenamiento físico y el hacer, ideal que raramente se conoció en la edad media, se convirtió en uno de los objetivos de la educación renacentista.

El papel de la imprenta

Uno de los elementos más importantes que permitió la difusión de la cultura y el pensamiento, fue la invención de la imprenta y el perfeccionamiento de la fabricación de papel. Juan Gutenberg (1397-1468), ciudadano de Maguncia (la ciudad alemana de Meinz), quien imprimía grabados y estampas utilizando la técnica de las incisiones en madera, sistema que se utilizaba para dibujos y algunas inscripciones muy reducidas, ideó la utilización de los tipos de impresión sueltos, que correspondían a cada letra o elemento de la impresión, con el apoyo financiero del banquero Johann Fust (1400?-1466); posteriormente, para su elaboración se utilizaría plomo y, más adelante, una mezcla de antimonio, plomo y estaño, que permitió fundir los primeros tipos móviles de las nuevas imprentas.
El primer libro impreso en Maguncia fue la Biblia, en 1450, generalizándose el uso de la imprenta por casi toda Europa, que fue perfeccionada por Aldo Manuzio (1450-1515) en Venecia y por Christoffel Plantin (1520-1589) en Amberes, quienes perfeccionaron el nuevo invento y multiplicaron la difusión de libros en Europa. Tanto la fabricación de papel, como el desarrollo de la imprenta, consiguieron impulsar una mayor difusión de la cultura, al multiplicar el número de lectores y de autores; lo que serviría para impulsar el movimiento reformista de la Iglesia Católica, como una corriente renovadora del pensamiento europeo, que daría lugar a la Reforma Religiosa, en donde la autoridad papal, y la disciplina eclesiástica que le acompañaba, se transformarían de forma notable.
El derecho y la política humanistas
En el terreno político los estudiosos renacentistas rechazaron, pero no lograron anular, la propuesta medieval de que el objetivo fundamental de la vida política consistía en la preservación de la justicia y del derecho feudal, apuntalado mediante la escolástica cristiana, al aseverar que la misión central del gobernante era mantener la seguridad y la paz; idea acorde con el desarrollo político de la época, de consolidación de los soberanos absolutistas en Francia, Inglaterra y España, desarrollándose corrientes teóricas que tendieron a sustituir el abstracto método escolástico de los juristas medievales, por una interpretación filológica e histórica de las fuentes del antiguo derecho romano.
Así, Nicolás Maquiavelo (1469-1527), sostenía que la fuerza creativa del gobernante (virtú), era la clave para el bienestar de sus súbditos, por lo que era fundamental el mantenimiento de su propio poder sobre la sociedad. Esta tendencia hacia el fortalecimiento político, social y económico del Estado, y de los propios gobernantes, quienes monopolizaron el poder, condujo a la disminución del poder señorial, apoyándose en la burguesía y permitió sujetar bajo su control a las fuerzas económicas de artesanos, comerciantes y banqueros, al fijar un aparato administrativo en la forma de una corte de funcionarios y organismos de gobierno, imponer impuestos para sufragar los gastos nacionales, intervenir en las transacciones comerciales y establecer mecanismos de  emisión de moneda.
La reestructuración del conocimiento
Por otra parte, debido al expansionismo turco sobre los restos del Imperio Bizantino, también se influyó en la transformación del pensamiento, al incorporarse a occidente pensadores bizantinos desterrados de Constantinopla, que aportarían los descubrimientos del pensamiento musulmán, más avanzados que los cristianos del Medioevo europeo, además de difundir las obras greco-latinas que habían sido rescatadas y conservadas en oriente.
La revolución científica del siglo XVII sería estimulada por científicos como Roger Bacón (1214-1294), que impulsaría los estudios empíricos como fuente del conocimiento, lo que daría lugar al moderno método científico,  al estar familiarizado con los avances científicos y filosóficos del mundo musulmán; como defensor del empirismo, sugirió a sus contemporáneos el aprender otras lenguas, ya que el conocimiento de su época estaba afectado por malas traducciones y dudosas interpretaciones.
La ruptura fundamental con la ideología religiosa medieval, que planteaba la existencia de un cosmos cerrado y jerarquizado, con el ser humano como centro, rodeado por un universo homogéneo finito, fue rebatido por Nicolás Copérnico (1473-1543), canónigo, médico polaco y constructor del primer telescopio, quien sugirió, con base en observaciones astronómicas, una teoría heliocéntrica; según la cual, los cuerpos celestes giran alrededor del Sol; teoría que fue considerada contraria a la escolástica vigente, ya que ubicaba al ser humano, fundamental obra divina, en una posición secundaria en el universo.
Sin embargo, diversos pensadores apoyaron y confirmaron sus propuestas; el danés Tico Brahe (1546-1601), propuso un sistema astronómico que comparte elementos con la teoría geocéntrica de Ptolomeo y la teoría heliocéntrica de Copérnico, en donde el Sol y la Luna giran alrededor de una Tierra inmóvil, mientras que los planetas Marte, Venus, Júpiter y Saturno giran alrededor del Sol. La razón para ubicar estática a la Tierra, radicaba en el hecho que para un observador las estrellas aparentemente permanecen inmóviles, al no poder ser detectado su movimiento con observaciones visuales directas.
Por su parte, un colaborador de Brahe, el alemán Juan Kepler (1571-1630), quien conoció el sistema heliocéntrico por su profesor de matemáticas en la Universidad de Tubinga, el astrónomo Michael Maestlin, inicialmente intentó demostrar, con base en la escolástica que establecía la existencia de cinco elementos clásicos, que las distancias de los planetas al Sol se podían definir por medio de esferas anidadas sucesivamente al interior de poliedros perfectos; con Mercurio en la esfera interior y los otros cinco planetas: Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno en el interior de las restantes. Para 1600 logró ser aceptado como ayudante de Brahe y, a su muerte, tuvo acceso a todas sus observaciones astronómicas, dándose cuenta que el movimiento real de los planetas no podía explicarse por su modelo de poliedros perfectos, se dedicó a probar otras figuras geométricas, para llegar al final a las elipses, lo que le permitió describir el movimiento de los planetas en 1609, en su obra Astronomía Nova; teoría que quedó confirmada al predecir satisfactoriamente el tránsito de Venus del año 1631.
El científico toscano Galileo Galilei (1564-1642) combinó sus capacidades teóricas de erudito, con las habilidades prácticas del artesano; dominó las técnicas de construcción y aplicación de las lentes, al fabricar telescopios y logró determinar la posiciones de las estrellas sobre la bóveda celeste, mediante el uso de astrolabios; su desarrollo teórico, mediante su dominio del razonamiento lógico-matemático desarrollado por los griegos y la escolástica medieval, le permitió desarrollar razonamiento inductivo a partir de información observada y repetible, que era ordenada bajo conceptos matemáticos, para formular los principios que regían la caída de los cuerpos, el movimiento de los proyectiles y las oscilaciones de los péndulos.
En cuanto al estudio del ser humano y sus patologías, destaca el flamenco Andrés Vesalio (1514-1564); quien, mediante la observación directa, realizó disecciones anatómicas que permitieron corregir los errores de la obra del griego Galeno de Pérgamo (131-201), ampliamente usada en su época, por lo que se le considera el fundador de la anatomía moderna.
El español Miguel Servet (1511-1593), descubrió la circulación sanguínea pulmonar; mientras que el inglés William Harvey (1578-1657), estudió las funciones del corazón y la circulación sanguínea del cuerpo humano y sus resultados condujeron a rechazar las ideas de Galeno, que dominaron la medicina europea a lo largo de más de mil años apoyadas por la escolástica, que identificaba lo que denominaba sangre venial, de color rojo oscuro, producida en el hígado y otra  producida en el corazón, denominada arterial, que era más delgada y con brillo.
Como resultado del contacto con el continente americano y la apertura comercial hacia el africano y asiático, sus exploraciones y la posterior expansión europea en estos nuevos territorios, se manifestó un progreso extraordinario en la Geografía y la Historia Natural, al lograrse un impresionante avance en la cartografía; que se desarrolló a partir de los limitados mapas del litoral medievales o portulanos, hasta los grandes mapamundis que buscaban mostrar toda la superficie terrestre, mediante el procedimiento o sistema de proyección de tipo cilíndrica, inventada por el belga Gerardus Mercator (1512-1594) en 1569.
El navegante y piloto Juan de la Cosa (1450?-1509), diseñaría, durante el siglo XV, el primer mapa del mundo con los territorios americanos; mientras que el primer atlas se debe al cosmógrafo mayor de Felipe II, Andrés García Céspedes (¿?-1611); mientras que los primeros intentos de medir longitudes del globo terráqueo se deben al cronista de los Reyes Católicos, Alonso de Santa Cruz (1490-1516). Esta impresionante producción cartográfica, durante los siglos XVI y XVII, se debe a que el Atlántico fue mayoritariamente surcado por naves portuguesas y españolas, que fueron también las primeras en iniciar la ruta del Asia; primero desde el continente europeo, con los viajes de numerosos viajeros y exploradores lusitanos hacia el África y Asia y, después, por Fernando de Magallanes y Sebastián Elcano; para lograrse, después, realizar los viajes al extremo asiático desde las costas americanas del Pacífico, desde Acapulco, realizadas Miguel López de Legazpi (c. 1503-1572), y Andrés de Urdaneta (1508-1568), que establecieron las bases para el comercio regular entre España y Filipinas, la nao de China, navegando hacia el Occidente.
Si durante la Edad Media la idea predominante consistió de una visión encaminada al conocimiento de Dios y su obra, con una interpretación de la vida como renuncia y preparación para la muerte y el Juicio Final bíblico, el Renacimiento se orientaría hacia una exaltación de la figura humana, de la vida terrena, de los conceptos de belleza greco-latinos y de interés por la Naturaleza, como marco de desarrollo de la humanidad, en donde las matemáticas se convierten en el principal auxiliar de un arte, mediante el uso de la perspectiva y las técnicas del claroscuro, que se preocupa en fundamentar racionalmente un ideal de belleza.
Por lo tanto, si durante la Edad Media el arte se inspiró fundamentalmente en motivos religiosos, ahora se encontrarían y se buscaría construir modelos sobre las ideas de los grandes hombres de la antigüedad greco-latina y del presente renacentista, ya que el ser humano es la medida de todas las cosas existentes, por lo que se redescubre la belleza del desnudo que había sido severamente prohibido durante los siglos anteriores, además de un gran interés por el paisaje como escenario de las acciones humanas, en una producción artística e intelectual que se basaba en una marcada conciencia histórica nacional e individual, que era un fenómeno completamente nuevo en la actitud de los autores.
En este renovado interés por la antigüedad greco-latina, que se retoma en la revaloración de sus formas arquitectónicas, en la utilización en las obras históricas y artísticas de motivos, la incorporación creencias, de temas de la mitología, de su historia, así como la adopción de elementos simbólicos, que conforman la idea de un llamado arte clásico, que desarrolla una nueva relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción más realista de la ciencia, con la aspiración de acceder a la verdad; en una era de descubrimientos y conquistas ultramarinas, marcadas por los viajes portugueses y castellanos que condujeron a establecer nuevas rutas comerciales transatlánticas hacia el África, el extremo Oriente y América, que rompería la concepción medieval del mundo, que había sido fundamentalmente teocéntrica.
En este cambio social y cultural europeo lo determinante fue el crecimiento económico, con los primeros desarrollos de una sociedad capitalista de tipo mercantil, por lo que este movimiento se inició en las florecientes ciudades-estado de la Península Italiana en el siglo XIV y se difundió por el resto del continente europeo durante los siglos XV y XVI; en una época marcada por la transformación de la fragmentaria sociedad feudal medieval, caracterizada por una economía básicamente agrícola y una vida cultural e intelectual dominada por la Iglesia, en una sociedad dominada progresivamente por instituciones políticas centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la que se desarrolló el mecenazgo de la educación, de las artes y de la música; en una época marcada por la desintegración de la cristiandad y el desarrollo de las ideas nacionales, la introducción de la imprenta y la consiguiente difusión de una nueva tradición cultural fundamentada en una concepción ideal, y reconstruida, de lo que consideraban había sido la antigüedad greco-latina.
En esta época los artistas, filósofos e historiadores impulsaron un ideal del ser humano con valor y personalidad propios, el Humanismo, influenciado por el saber y el estudio de los modelos de la antigüedad clásica, que es reconstruida y re conceptualizada como una época ideal, que impulsaba el desarrollo y preeminencia del individuo sobre la colectividad.
Para Leonardo da Vinci (1452-1519), excelso pintor, escultor, geómetra, ingeniero, inventor, naturista y músico, que puede ser considerado como la personalidad eminentemente renacentista, la acción transformadora del ser humano se simboliza en el actuar del ojo, símbolo del conocimiento humano, de la contemplación intelectual y ordenamiento del mundo; por otro lado en la mano, que es el instrumento del trabajo, símbolo del poder activo y de transformación del ser humano, mediante el arte y la ciencia.
Los artistas y humanistas renacentistas se vieron impulsados por una cierta imagen de la antigüedad greco-latina y estuvieron preocupados por desarrollar el conocimiento y el hacer práctico, por lo que desarrollaron nuevas técnicas escultóricas, pictóricas y arquitectónicas, así como musicales, poéticas y literarias en general, inmersos en una nueva sensibilidad humanística o de preocupación por el ser humano y su obra.
Entre sus múltiples autores encontramos en sus inicios, en el humanismo de la Península Italiana del siglo XIV o quattrocento, a los literatos Dante Alighieri (1265-1321), Francesco Petrarca (1304-1374) y Giovanni Boccaccio (1313- 1375); a los pintores Tommaso di ser Giovanni di Mone Cassai, llamado Masaccio (1401-1428), Guido de Pietro da Mugello, conocido como Fra Angelico (1395-1455), Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, apodado Sandro Botticelli (1445-1510), Piero De Benedetto Dei Franceschi, conocido como Piero della Francesca (1416-1492); en la escultura a Donato di Niccolò di Betto Bardi, llamado Donatello (1386-1466) y Lorenzo Ghiberti (1378-1455); en la arquitectura a Filippo di Ser Brunellesco Lippi, conocido como Filippo Brunelleschi (1377-1446) y Leon Battista Alberti (1404-1472).
Para el siglo XV, o cinquecento, la pintura en general tiene su periodo de apogeo, consistente en una técnica con un acabado estudio de la composición del cuadro, un gran desarrollo de la perspectiva y la preferencia por la representación anatómica humana y de su belleza exterior, inspirándose en los artistas clásicos greco-latinos. En cuanto a los temas, se prefieren los mitológicos, los retratos y las historias religiosas. Se abandonan los realces, con pigmentos oscuros de los motivos y los dorados para los relieves, existiendo una predilección por los lienzos con la adopción, casi exclusiva, de la pintura al óleo, salvo en los murales al temple y al fresco.
En el arte renacentista del  siglo XVI, o Cinquecento, fue característica la hegemonía romana, ya que los papas Alejandro VI, Rodrigo Borja o Borgia (1492-1503); Julio II, Giuliano della Rovere (1443-1513); León X, Giovanni de Lorenzo di Médeci (1475-1521); Clemente VII, Julio de Médicis (1478-1532) y Pablo III, Alessandro Farnese o Alejandro Farnesio (1468-1549), apoyaron el desarrollo de las artes, así como la investigación de la antigüedad greco-latina; además de verse directamente involucrados en una época de continuas guerras hegemónicas por el control de los estados de la Península Italiana, la supremacía de los estados europeos, el control del comercio mediterráneo con el Oriente y el del Atlántico, que condujo al dominio de los territorios americanos y africanos por algunas potencias europeas.
Mientras en Florencia y el resto de las ciudades-estado italianas se desarrollaba el arte del Quattrocento, que involucró el establecimiento de cánones de belleza tomados de la antigüedad greco-latina y la preocupación por lo secular, se produjo un fenómeno simultáneo en Flandes, especialmente en las expresiones pictóricas, que basó su desarrollo en la observación de la vida y la naturaleza y se encontró muy ligado a la figura de Tomás de Kempis (1380-1470) y la devotio moderna, que planteaba la búsqueda de lo humano en la propia vida de Cristo, que anunciaba la larga lucha que representaron las guerras religiosas y la división del occidente cristiano con la Reforma Religiosa.
En el arte renacentista flamenco sobresalen pintores con raíces en el arte gótico medieval, caracterizado por el naturalismo de vívidos colores al óleo, la meticulosidad de los detalles, la precisión de las texturas y la búsqueda de nuevos sistemas de representación del espacio tridimensional, utilizando el claroscuro, la perspectiva y la aplicación de tenues capas de pintura, aplicadas unas sobre otras, sobre un soporte que consiste de una tabla de madera, con lo que se logra una reflexión de la luz con el consecuente brillo de la pintura y una sugestión de profundidad. Sobresalen Jan van Eyck (1390-1441), Roger van der Weyden (1399-1464), Hugo van der Goes (1440-1482) y Hieronymus Bosch, El Bosco, (1450-1516).
 
 
 

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